(Capitulo 3) Bastaron 8 o 9 para madurar

En el anterior capitulo os expliqué como llegué hasta el momento de empezar a crear mi primer proyecto, mi primera novela y llegando a este punto, ahora os explicaré como siguió mi iniciativa.

Todo empieza alrededor del mes de septiembre del 2006, junto con el comienzo de mi cuarto curso de eso. Tal y como os dije en otra entrada, yo empecé a escribir la novela tomándomelo como un juego y cada vez que terminaba un capitulo, ese capitulo iba a parar a las manos de un gran amigo que tenía también cierto interés en la materia. Así pues, llegué a escribir de un tirón hasta 8 o 9 capítulos (no lo recuerdo exactamente) leyendoselos el amigo que he mencionado y después de eso, fue cuando tomé la iniciativa de tomarme este primer proyecto como algo mucho más importante que un juego. Volví al principio de la novela y capitulo tras capitulo fui cambiando todo aquello que no me gustaba, que no quedaba bien para mi gusto o para el publico que se la pudiese leer algún día y todos aquellos errores gramaticales y ortográficos que hubiese podido cometer con la edad que tenía en ese entonces, 15 años.

Os debo contar una pequeña anécdota acerca de estos cambios que experimentaron este grupo de capítulos que ya había escrito. En un principio la novela comenzaba en el capitulo uno y a mí me gustaba que así fuese pero más tarde me di cuenta que quizá necesitaba algo antes de ese capitulo 1. De esta manera decidí crearle un prólogo y así lo hice. Este prólogo del que os hablo me salió tal y como esperaba: No muy extenso, intrigante y hacía la función que buscaba, es decir, de introducción a la primera novela de lo que esperó que pueda llegar a ser algún día una trilogía.

Después de arreglar y estructurar estos 8 o 9 capítulos hasta tal punto de dejarlos completamente a mí gusto y al de los posibles seguidores que algún día pueda tener la saga, continué escribiendo más concienciado en que esto iba a ser algo muy importante en mi vida. Con lo cual, en enero de 2007 sigo escribiendo la novela con una madurez suficiente como para no caer en la tentación de dejar aparcado algo que me gustaba, me gusta y presiento que me gustará siempre.


Rony